Adios con el corazón

Bueno chavales, disfrutad de los últimos días de este blog... porque lo voy a mandar a la mierda.
Tranquilos, que ya veo el miedo y la desesperación en vuestros rostros. La cosa es que la semana que viene comenzaré a toquitear la nueva web de el gallinero, con su super nueva dirección: www.elgallinero.es. El foro dejaré el que tenemos pero lo mejoraré visualmente. Y ya de paso colgaré fotos y videos que he recopilado de el Verano'08: desde Sta.Ana hasta las fiestas de Agosto de Alfambra.

Y lo que digo siempre, si tenéis alguna propuesta para la nueva web escribidlo en los comentarios o en el foro, ayudadme a mejorar nuestro pequeño sitio en el internés. Ya os avisaré cuando esté todo en perfectas condiciones.

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Las olimpiadas

Desde luego, la gente ya no sabe qué hacer para pillar. Un colega
mío, el Fraccionario, lo ha intentado todo. Le llamamos así porque a
la que se toma un quinto, busca el medio de llevarse al cuarto a la
que se tercie. Pero mucho éxito no tiene. Y es que tiene una de esas
caras que ninguna gafa le queda buena. Tan feo es el cabrón que al
nacer la que se puso a llorar fue la comadrona, y se cuenta que cuando
le tocaba al médico darle un par de cachetes, pidió guantes de boxeo.

El caso es que él había oído que en las olimpiadas los deportistas
montan unas orgías de cuidado y estaba decidido a intentar ir como
fuera... Pero entre los deportes y él había una especie de relación
odio-odio. El tío vago se dedicaba todas las mañanas a tocarse los
huevos y por las tardes los pasaba a limpio... con lo que tenía chungo
encontrar algún deporte que pegara con su estilo de vida.

Hace años tocaba en un grupo, así que se ilusionó pensando que se
podría dedicar al lanzamiento del disco. Lo que él siempre había
soñado mientras dormía en los ensayos. Pero indagó y se llevó un
chasco al descubrir de lo que se trataba... Se pensó el tema de las
regatas porque duerme menos que la niña del exorcista y suele pasar
las noches en vela. Tampoco fue buena idea. Pero precisamente porque
siempre está a dos velas, se compró hace tiempo una escopeta, para ir
tirando. Así que pensó que los suyo era el tiro olímpico, justo como
los que se mete cada finde. Cuando se enteró de que una de las
modalidades de tiro era carabina acostada, no se lo pensó más.

Sabíamos que el Fracionario pasaba olímpicamente de todo, pero no
que eso fuera suficiente para conseguir un hueco en la delegación
española. El Fraccionario es capaz de lo peor y de lo regular, así que
en la competición se quedó en mero aspirante, como Maradona. No le
dolió quedar último porque en esto del tiro, sobre todo en el de
trastos, no había triunfado jamás. Hacía tanto que no ligaba libre de
impuestos que ya no le preocupaban estos fracasos. En cualquier caso,
lo que le había llevado a Pekín no era el tiro, sino la marcha...

Fue a una fiesta en la Villa Olímpica y nada más entrar, flipó.
Había una piscina en el local donde la gente practicaba la piragua,
que es como el teto pero debajo del agua. Había incluso un par de
chatis que se ve que se dedicaban al dos sin timonel. En la pista
había un atleta negro desnudo, que según se le mirara, a ratos parecía
pertiguista, a ratos bateador de béisbol. Y junto a él una rubia que
debía de ser esgrimista, a juzgar por su habilidad con el sable, en
concreto en su modalidad de limpieza. No sé qué actuación habría
tenido el negro en el estadio, pero tal y como colocó a la rubia
estaba claro que tenía intención de pasar a los anales de la historia,
como Nacho Vidal.

El Fraccionario se dedicó un rato a la barra fija y le echó el ojo
a una morena mucho más borracha que vestida, que parecía entrenar para
la barra de equilibrios. La cosa parecía ir bien con ella, hasta que
se entrometió el campeón de los superpesados que, cómo no, era
italiano. Más pesado que barrer una escalera para arriba. El típico
italiano torero que se empeña en comer la oreja esperando que le pidan
el rabo. El tío tiró de sus típicas frases, falsas como el graduado
escolar de Yola Berrocal, hasta que ella se hartó y empezó a buscar
sus bragas en el montón, con intención de irse...

Por muy boxeador que fuera el italiano, el Fraccionario consideró
la idea de apuñalarlo. Quizá fuera posible hacerlo, pero todo indicaba
que la técnica necesaria requería mucha práctica... y no daba la
impresión de que nadie pudiera sobrevivir al primer intento. Pero
quien sí que le metió una puñalada al italiano, y por la espalda, fue
el nadador griego de 50 metros mariposa. Lo que pasa es que dicha
puñalada fue de carne y en mitad del poro gordo. Algo que no gustó
nada al italiano, que era tan poco amigo del tema gay, que cualquier
taxónomo lo hubiera catalogado como miembro de la especie "hetero
sapiens" para evitarse problemas y algún que otro hueso roto.

Apretando el culo consiguió agarrar al griego y llevárselo a la
pista, donde se dedicaron a la lucha grecorromana hasta que la policía
desalojó el local. Se acabó la fiesta y con ella las esperanzas del
Fraccionario de que el mejor polvo de su vida dejara de ser aquél que
se metió por la nariz hace años. Y es que ya se sabe que en esta vida
sólo puedes confiar en tu propia polla, que es la única que jamás te
dará por el culo...

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